Artículo de Revista Balance Sociosanitario de la dependencia y la discapacidad
Nº 110 |MARZO 2021
Puede que la mitad de la población que llevamos perdida en nuestro país por coronavirus nos haya dejado en una residencia, pero, y hasta el final, recibiendo todas las atenciones, recursos y esfuerzos más allá de lo impensable, más allá de lo imposible. Las residencias están en duelo, el sector ha quedado viudo por las pérdidas humanas de este último año, y eso, aún nos duele.
En un momento en el que el impacto de la pandemia aún tiene al sector residencial en estado crítico, empezamos a creer en la recuperación gracias, entre otros factores, a la vacuna que está siendo aplicada y en tiempo récord por los profesionales de las residencias llegando casi al 100 % de su administración, prácticamente en todo el territorio nacional.
Abierta la puerta a la esperanza, a la recuperación y a la estabilización, el sector también permanece abierto al debate social y político, encarándolo de frente, debatiendo abiertamente sobre los actuales servicios sociosanitarios dirigidos a las personas mayores, su capacidad de evolucionar y mejorar. Se habla de nuevos modelos, de nuevos servicios, de los profesionales y el papel predominante que ocupan las empresas privadas.
De todo ello, surgen las primeras líneas maestras de un ambicioso Plan de Choque para la Dependencia que ha establecido el Gobierno gracias a la colaboración permanente de los agentes sociales y empresas. Este plan pretende, en tres años, transformar el modelo de asistencia a las personas dependientes. Pero, y mientras este plan se pone en marcha, el sector ya se ha anticipado y ha dado los primeros pasos hacia el cambio.
Ha quedado de manifiesto la capacidad de resiliencia que tienen los operadores con independencia de su tamaño y ubicación. Los centros, ya se ha demostrado, cuentan con un valioso capital humano, disponen de la suficiente estructura y de la capacidad de respuesta para abordar ahora sí, con la confianza y convicción necesaria, la transformación hacia la que tienden inexorablemente los actuales modelos de atención y cuidados.
Hay que demostrar que, en esta transición, el sector no está solo, que la experiencia de apoyos externos que actuamos como facilitadores expertos del cambio, ya estábamos interviniendo en este sentido y estábamos a la espera de poder seguir haciéndolo compartiendo esa responsabilidad con las empresas y la administración, optimizando los resultados en cuanto a tiempos, garantías y el grado de impacto necesario que se precisa.
Todo ello se hace necesario porque mejora la sostenibilidad del sector y consolida su permanente y necesario crecimiento, porque el envejecimiento de la población no cesa por lo que no deja tiempo al después, la necesidad está siendo ahora y las empresas han demostrado, una vez más, que están preparadas para abordarlo.
Es momento de trabajar sobre modelos de centros evolutivos, en los servicios subsidiarios y de proximidad, aumentar la innovación sobre las personas más dependientes y los profesionales que las atienden, es la ocasión para mejorar la organización y obtener una mayor calidad y optimización de los recursos. Todo ello acompañado de una mejor comunicación interna y externa, que permita hacer de estos espacios, lugares de este siglo para personas de este siglo.
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